El equilibrio permanente no existe en los negocios humanos. La fe, la sabiduría y el arte permiten alcanzar estados de equilibrio temporal. Luego, los movimientos del mundo y las pasiones del alma destruyen el equilibrio, y el hombre tiene que trepar de nuevo a lo alto de la roca, por idénticos métodos, eternamente.
André Maurois (Seudónimo de Émile Herzog, escritor francés, 1885-1967)