Rincón literario

 

 

 


 

 

 

 

 El Príncipe (Nicolás Maquiavelo)

 

Nicolás Maquievelo (1469-1527) escritor, pensador y filósofo florentino que no se distinguió ni por su amor ni por su respeto a sus semejantes. Procurar el bien moral o material del pueblo quedaba relegado frente al objetivo de afianzar el poder del déspota. Los dos valores centrales del Renacimiento  racionalidad y libertad se aplican también a su visión renacentista de la sociedad y del pensamiento. El progreso en la historia depende de la acción del hombre y no de la intervención divina.

 

En la obra de esta semana "El Príncipe" describe las cualidades que debe tener el gobernante, y justifica todas las acciones que este debe acometer para conseguir el fin.

El príncipe o el gobernante, tiene como misión la felicidad de sus súbditos y ésta sólo se puede conseguir con un Estado fuerte. Para conseguirlo tendrá que recurrir a la astucia, al engaño y, si es necesario, a la crueldad. La virtud fundamental es la prudencia, para la conveniencia del Estado. Si el interés de la patria exige traición o perjurio, se comete. "La grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido". Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un realismo práctico, no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. Política y moral son dos ámbitos distintos e incluso contradictorios.

Aunque la filosofía de este libro no comulga con la filosofía de www.nulladiessinnemeditatione.com si nos sirve de ejemplo para mostrar que en cualquier libro, por muy diferente que sea de nuestra forma de pensar,  siempre hay un pensamiento o una reflexión que nos puede enriquecer, algo que podemos aprovechar...

 

El Príncipe (Comienzo del capítulo XXV)

"No se me oculta que muchos creyeron y creen que la fortuna, o dígase la Providencia, gobierna de tal modo las cosas del mundo, que a los hombres no les es dable, con su prudencia, dominar lo que tienen de adverso esas cosas, y hasta que no existe remedio alguno que oponerles. Con arreglo a semejante

fatalismo, llegan a juzgar que es en balde fatigarse mucho en las ocasiones temerosas, y que vale más dejarse llevar entonces por los caprichos de la suerte. Esta opinión goza de cierto crédito en nuestra época a causa de las grandes mudanzas que, fuera de toda conjetura humana, se vieron y se ven cada día. Yo mismo, reflexionando sobre ello, me incliné en alguna manera a la indicada opinión. Sin embargo, como nuestro libre albedrío no queda completamente anonadado, estimo que la fortuna es árbitro de la mitad de nuestras acciones, pero también que nos deja gobernar la otra mitad, o, a lo menos, una buena parte de ellas. La fortuna me parece comparable a un río fatal que cuando se embravece inunda llanuras, echa a tierra árboles y edificios, arranca terreno de un paraje para llevarlo a otro. Todos huyen a la vista de él y todos ceden a su furia, sin poder resistirle. Y, no obstante, por muy formidable que su pujanza sea, los hombres, cuando el tiempo está en calma, pueden tomar precauciones contra semejante río construyendo diques y esclusas, para que al crecer de nuevo se vea forzado a correr por un canal, o por lo menos, para que no resulte su fogosidad tan anárquica y tan dañosa. Pues con la fortuna sucede lo mismo.

 

No ostenta su dominación más que cuando encuentra un alma y una virtud preparadas, porque cuando las encuentra tales vuelve su violencia hacia la parte en que sabe que no hay muros ni otras defensas capaces de contenerla."

Maquiavelo nos trae un tema apasionante sobre el que podemos hacer una reflexión: la Providencia. Aquellos que piensan que realmente todo está escrito, que nuestro destino está ya determinado, que hagan lo que hagan las cosas van a suceder tal y como están predeterminadas, se convierten en los “espectadores” de la Providencia, del devenir de la vida, y poca motivación tendrán para intentar cambiar el mundo, aunque solo sea el pequeño mundo que a cada uno de nosotros nos rodea.

 

Desde mi punto de vista, no cabe duda de que por el entorno en el cual vivimos, por nuestros hábitos de vida y las actividades que desarrollamos habrá más posibilidades de que tengamos, suframos, experimentemos y vivamos determinadas circunstancias o hechos, de los que no podemos culpar a la Providencia, sino más bien a la confluencia de todas estas casualidades, a no ser que esto sea a lo que llamamos Providencia.

 

Pero por otro lado nos quedaría la parte que Maquiavelo llama fortuna y a la que adjudica el resto del condicionamiento de nuestra vida. Para mi, el papel de la fortuna es muy pequeño, siendo la parte más importante la voluntad, es decir que somos nosotros quienes tenemos en nuestras manos la decisión de qué tipo de vida queremos vivir. La voluntad de hacer, la voluntad de querer hacer, de querer cambiar, de ayudar, la libertad de vivir y de afrontar la vida de una u otra manera.

 

En internet puedes encontrar links a la obra completa como el siguiente:

                                             http://www.e-libro.net/E-libro-viejo/gratis/principe.pdf

 

 
Página de inicio/ Frases

© Meditáldia, 2014