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El náufrago y el mar
(Fábulas de
Samaniego)
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"Arrojado un náufrago en la orilla, se
durmió de fatiga; mas no tardó en despertarse, y al ver
al mar, le recriminó por seducir a los hombres con su
apariencia tranquila para luego, una vez que los ha
embarcado sobre sus aguas, enfurecerse y hacerles
perecer"
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Y de esta forma, queridos
amigos, muchos de nosotros experimentamos muchas veces
la necesidad de recriminar a otros por habernos sentido
engañados, traicionados o difamados.
Creemos en razón
que la apariencia tranquila, la confianza, la intimidad,
la honestidad o la comprensión que se nos ofrece es un
mar que nos invita a embarcar sobre sus aguas para
sentirnos seguros, a salvo y en calma...y sucede a veces
que el mar se enfurece, se altera, o cambia de
apariencia; tanto como para lanzarnos fuera hacia una
tempestad que casi nos ahoga...entonces nos sentimos
inseguros, irritados, engañados...
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Para acabar en una
playa interior que nos es propia, cansados por la fatiga
de nuestro ánimo, náufragos de nosotros mismos...y aquí
es donde encontramos la lección de hoy: que casi todos
hemos sido mar, y que casi todos hemos naufragado.
Aprendemos con ello el arte de navegar en la existencia
y de "nadar" con la experiencia, y hemos de saber que la
falsa apariencia puede depararnos algún naufragio, pero
no es sensato recriminar nada. Tú no te has equivocado,
ni has causado mal, ni has perjudicado a nadie...es
preferible siempre naufragar una y mil veces
serenamente, a tener un mar de fatigas en la conciencia.
FJP mayo 2013
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