Rincón literario

 

 

 


 

    

   El hombre en busca de destino

    Viktor Frankl

 

 

El Dr. Frankl (psiquiatra) explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Prisionero, durante mucho tiempo, en los bestiales campos de concentración, él mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda. Sus padres, su hermano, incluso su esposa, murieron en los campos de concentración o fueron enviados a las cámaras de gas, de tal suerte que, salvo una hermana, todos perecieron. ¿Cómo pudo él—que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio—, cómo
pudo aceptar que la vida fuera digna de vivirla ?

 

Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al
hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino.
Y allí, siempre había ocasiones para elegir. A diario, a todas horas, se ofrecía la oportunidad de tomar una decisión, decisión que determinaba si uno se sometería o no a las fuerzas que amenazaban con arrebatarle su yo más íntimo, la libertad interna; que determinaban si uno iba o no iba a ser el juguete de las circunstancias, renunciando a la libertad y a la dignidad, para dejarse moldear hasta convertirse en un recluso típico.
Visto desde este ángulo, las reacciones mentales de los internados en un campo dé concentración deben parecemos la simple expresión de determinadas condiciones físicas y sociológicas. Aun cuando condiciones tales como la falta de sueño, la alimentación insuficiente y las diversas tensiones mentales pueden llevar a creer que los reclusos se veían obligados a reaccionar de cierto modo, en un análisis último se hace patente que el tipo de persona en que se convertía un prisionero era el resultado de una decisión íntima y no únicamente producto de la influencia del campo. Fundamentalmente, pues, cualquier hombre podía, incluso bajo tales circunstancias, decidir lo que sería de él —mental y

espiritualmente—, pues aún en un campo de concentración puede conservar su dignidad humana. Dostoyevski dijo en una ocasión: "Sólo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos" y estas palabras retornaban una y otra vez a mi mente cuando conocí a aquellos mártires cuya conducta en el campo, cuyo sufrimiento y muerte, testimoniaban el hecho de que la libertad íntima nunca se pierde. Puede decirse que fueron dignos de sus sufrimientos y la forma en que los soportaron fue un logro interior genuino. Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito.

 

Impresionante y desgarradora la lectura de este libro (disponible en este link:    http://biblio3.url.edu.gt/Libros/2012/LYM/el_HomBuSen.pdf) que en este fragmento nos hace reflexionar sobre la capacidad que tiene el hombre para poder mantener su dignidad de ser humano incluso en unas circunstancias tan extremas como son las vividas por el autor en un campo de concentración.

En nuestra vida, cuando estemos pasando momentos difíciles siempre podremos recordar que "al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino."  y por lo tanto ser conscientes de que en nuestras manos tendremos la libertad de elegir la forma en la que afrontamos estas circunstancias dejando a un lado la desesperación y el abandono ya que lo único que no tiene solución es la muerte, todo lo demás se puede superar. Esta libertad de elección nos permite sobretodo decidir cómo vivir esos momentos difíciles a los que nos enfrenta la vida de vez en cuando, tomando las riendas para dar los pasos necesarios para superarlos, como lo hacían los presos que en el campo de concentración decidían ir de barracón en barracón consolando a los demás presos en vez de abandonarse a la desesperación y dignificar de esta forma su existencia.

                                                                                                 LH Noviembre 2014

 
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