Veinte y tres.
Son los muertos. A ver
vos.
¡Por la cruz de San
Andrés!
Aquí sumo treinta y dos.
Son los muertos.
Matar es.
DON JUAN: Nueve
os llevo.
DON LUIS. Me
vencéis.
Pasemos a las
conquistas.
DON JUAN: Sumo
aquí cincuenta y seis.
DON LUIS. Y yo
sumo en vuestras listas
setenta y dos.
DON JUAN: Pues
perdéis.
DON LUIS. ¡Es
increíble, don Juan!
DON JUAN: Si lo
dudáis, apuntados
los testigos ahí están,
que si fueren
preguntados
os lo testificarán.
DON LUIS. ¡Oh! y
vuestra lista es cabal.
DON JUAN: Desde
una princesa real
a la hija de un
pescador,
¡oh! ha recorrido mi
amor
toda la escala social.
¿Tenéis algo que tachar?
DON LUIS. Sólo
una os falta en justicia.
DON JUAN: ¿Me la
podéis señalar?
DON LUIS. Sí, por
cierto, una novicia
que esté para profesar.
DON JUAN: ¡Bah!
pues yo os complaceré
doblemente, porque os
digo
que a la novicia uniré
la dama de algún amigo
que para casarse esté.
DON LUIS. ¡Pardiez
que sois atrevido!
DON JUAN: Yo os
lo apuesto si queréis.
DON LUIS. Digo
que acepto el partido.
¿Para darlo por perdido
queréis veinte días?
DON JUAN: Seis.
DON LUIS. ¡Por
Dios que sois hombre extraño!
¿Cuántos días empleáis
en cada mujer que amáis?
DON JUAN: Partid
los días del año
entre las que ahí
encontráis.
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas,
y un hora para
olvidarlas...