Rincón literario

 

 

 

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 A Margarita Debayle (Rubén Darío)
Esta semana hemos elegido a Rubén Darío (Nicaragua 1867-1916) considerado como el padre del modernismo, una corriente literaria en el que destaca por sus deslumbrantes imágenes, su fuerza sensorial y su sentido de la musicalidad.

Hemos elegido estos versos, este cuento, este texto que nos muestra a una niña y a un rey, a un padre y a una estrella, por que era el que todas las noches contaba un padre a su hija, un cuento con el que esta niña, ahora mujer, se enamoró de una estrella, de un verso, de una perla, de una pluma y de una flor. Y como dice la última estrofa hizo que se acordase de quien "un día te quiso contar un cuento".

No leas este texto si no eres capaz de dejar salir a ese niño que todos llevamos dentro (Hombre-niño) y que tenemos oculto con nuestros perjuicios, con nuestros problemas, con nuestros orgullos, nuestros... Abre bien los ojos del corazón y deja que te "enamore" la inocencia de la princesa Margarita, del estilo infantil, sencillo y de fácil lectura que nos regala Rubén Darío. Si no eres capaz de tener esta actitud, no serás capaz de leer ni un par de estrofas.

Porque la princesita no sabía que cortar una estrella era imposible, Margarita fue capaz de cortarla, y de ponérsela de prendedor. "Como no sabían que era imposible lo hicieron" (Anónimos), esta sentencia nos viene a decir que quizás el concepto relativo de la imposibilidad lo marcamos nosotros, ya que cuando nos lo proponemos, o mejor, cuando no tomamos nuestros retos como imposibles, somos capaces de alcanzarlos. Así por ejemplo los corredores que participan por primera vez en un maratón, y que por lo tanto no han corrido nunca los 42 kms y que a mitad de carrera ya les fallan las fuerzas, destierran el concepto de imposibilidad y gracias a esto son capaces de llegar a la meta. La vida al fin y al cabo no es más que un camino, una maratón, una carrera de obstáculos, un cúmulo de sinsabores, es ...nuestro cuento.

Si somos capaces de recorrer este cuento como Margarita, sin ponernos imposibles, con ternura, con corazón de niños, sin miedo... conseguiremos hacer nuestro cielo en la vida, con todas las estrellas que habremos ido consiguiendo en nuestro caminar y que tendremos en nuestras alforjas de peregrinos del vivir.

 A MARGARITA DEBAYLE

Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
—«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: —«¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».

Y ella dice: —«No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
—«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: —«En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

 * * *

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

 
 

 

 

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